30 de Marzo de 2011

Buenas tardes

En primer lugar quiero expresar mi gratitud a la Presidenta de este Club Rotario, Dña. Maria José Viqueira, por su amable presentación y por el honor que me ha concedido de invitarme, para hablaros esta tarde, sobre EL MITO DEL CID EN NUESTRO TIEMPO, y también quiero expresarle mi agradecimiento a D. Pascual Torrent, por la espléndida organización de este acto.

He de deciros que este privilegio que me ha sido concedido, de poder exponer en este incomparable marco mis ideas, ha supuesto para mi, una sincronicidad muy significativa, porque después de tantos años, en los que me he ocupado con la interpretación psicológica de este mito, todavía hasta el día de hoy, no había llegado a ser expuesto públicamente, y ahora, por inesperadas circunstancias, verá la luz precisamente aquí, en este Club Rotario, que tiene el honor de denominarse CLUB ROTARY VALENCIA CID.

También quiero agradeceros vuestra presencia, y deciros lo sorprendido que estoy, por el interés que ha despertado este tema. Así que espero poderos aportar algo.

He querido traer también, algunas imágenes, que iremos pasando a lo largo de la charla, con la intención de que esta exposición os pueda resultar lo más amena posible.

Antes de comenzar quisiera hacer una mención, al consorcio de El CAMINO DEL CID, porque precisamente D. José Antonio Cuesta, que es uno de los miembros veteranos de este Club Rotario, esta muy vinculado a la promoción de esta ruta turística y cultural, que vertebra varias comunidades, ocho diputaciones y creo que hasta veintitrés localidades de nuestra provincia. Así que desde aquí, quisiera darle ánimos para que continúe en su labor, y desearle los mayores éxitos en esta tarea.

Para nosotros los valencianos, ocuparnos con la figura de El Cid, tiene un especial sentido, porque ya desde hace muchos siglos como sabéis, nuestra querida ciudad, esta vinculada a él y también ostenta el nombre de VALENCIA DEL CID, en memoria de los hechos, que este héroe nacional por excelencia, realizó por estas tierras.

Son incontables los estudios Históricos y Literarios que se han realizado en torno al personaje de EL CID, en el cual vamos a encontrar entrelazadas dos dimensiones, por un lado la figura del controvertido personaje histórico y por el otro, la que constituye su mito y su leyenda, que es verdaderamente en donde radica su importancia y a la que durante esta conferencia vamos a dirigir nuestra atención. Pero lo vamos a hacer desde la perspectiva que nos ofrece una de las más jóvenes de las ciencias, como es la PSICOLOGÍA, para tratar de entender el sentido individual y colectivo, que este mito aún tiene en nuestro tiempo, y el resultado de aplicar esta nueva perspectiva quizás os pueda sorprender. Para ello nos vamos a servir, de algunas amplificaciones y paralelos que tomaremos de la historia, y otras que proceden de las leyendas, pero además y esto es lo más importante, tendremos que realizar un pequeño esfuerzo, primero para desprendernos de los prejuicios que tenemos hacia este personaje y también para utilizar nuestro PENSAMIENTO SIMBOLICO, que es algo a lo que no estamos muy acostumbrados a hacer, por que en este tipo de pensamiento, se incluye también a los SENTIMIENTOS, lo que es algo imprescindible cuando se trata de interpretar simbolos.

Fue una enorme sorpresa para mí, cuando al empezar a preparar esta conferencia, descubrí que precisamente este MITO DEL CID, encarnaba los principales valores, que propugna el Movimiento Internacional de los Rotarios, que como sabéis son:

LA UNIDAD, LA TOLERANCIA Y EL SERVICIO

Asi he ordenado este material, que es muy extenso, en relación a esos tres aspectos, que desde este punto de vista son los más relevantes: en primer lugar como un mito que es portador de un simbolo mediador y unificador, en segundo lugar porque en él se integran el principio femenino y del Eros, lo que es esencial para el desarrollo de la tolerancia y por último porque expresa la importancia, del compromiso ético al servicio de un simbolo central y de totalidad.




Para empezar os he traído una cita de Ortega y Gasset, porque creo que refleja muy bien este aspecto del valor simbólico de nuestro mito y que él mencionaría en una ocasión refiriéndose al Cantar de Mio Cid, diciendo: “…pero esta pobre tierra, que hoy podría comprarse por treinta dineros, ha producido un poema - el Myo Cid - que allá, en el fin de los tiempos, cuando venga la liquidación del Planeta, no podrá pagarse con todo el oro del mundo.”(1)

No cabe duda que Ortega intuyó, el importantísimo valor simbólico que este mito contenía para el futuro, y en el que se encuentra nada menos que la clave del entendiminto histórico de España, pero desafortunadamente, debido al gran prejuicio antiárabe que él tenia, no sería capaz de integrar la esplendorosa civilización de al-Andalus. Así por ejemplo, en su famoso libro, La España invertebrada (2), apenas dedicaría ocho líneas, a los ocho siglos de nuestra España Musulmana. Este es un ejemplo, de la manera como hemos permanecido disociados de nuestras propias raíces cuturales y de nuestra lejana memoria histórica.


La expulsión de los Moriscos

Vicente López

Catedral de Valencia

Otro ejemplo, en el que podemos ver también la importancia del valor simbólico de este mito, fue que durante nuestro siglo de Oro, coincidiendo con el terrible drama social, cultural y sobretodo humano, que supuso la expulsión de los Moriscos, sería precisamente El Romancero del Cid (3), con sus 102 romances, el libro que más veces llegó a publicarse.




Se puede decir, que después de los diez siglos trascurridos hasta nuestros días, es ciertamente sorprendente, que este mito continúa interesando tanto como entonces y vemos que a lo largo del tiempo, se ha venido expresando de distintas maneras, primero en la tradición oral, luego en los textos medievales, (Cantar del Mío Cid, Las Crónicas, Las Mocedades, Los Romances...), después a través de la literatura, el teatro y las artes, e incluso se llegarían a realizarse dos operas una en Alemania y otra en Francia, siguiendo el argumento de la obra de Corneille, El Cid. También como sabeís, se realizó una celebre película, de la que precisamente este año se ha celebrado ya el 50 aniversario.



Así pues, como podemos ver, este personaje y su mito, no solamente han interesado aquí en España, sino que también ha trascendido nuestras fronteras, y ahora desde hace nueve años, ha vuelto nuevamente a resurgir también, a través de una original iniciativa como es el Camino del Cid, una ruta turistica y cultural que ha ido adquiriendo una gran popularidad.





Os contaré, que la primera vez que me interesé por este personaje, fue a través de un sueño, que escuche hace muchos años, y a partir de entonces, fue creciendo en mi la curiosidad y el interés por conocer su historia, su leyenda y sobre todo su sentido. Podemos ver en el hecho, de que este personaje aparezca en un sueño actual, un ejemplo, de que efectivamente este mito, todavía esta vivo en el alma del hombre contemporáneo y que no es solamente un vestigio, de algo que pertenezca exclusivamente al pasado.


Carl Gustav Jung

Los sueños, los cuentos y los mitos, se expresan mediante símbolos e imágenes, que permiten el acceso a los eternos valores del alma humana, lo que fue demostrado por Carl Gustav Jung, mediante su descubrimiento en la psique, del Inconsciente Colectivo y los Arquetipos.

Desde el punto de vista psicológico, él contempló al individuo como una totalidad que estaba formada por el consciente y el inconsciente, y que este contiene dos estratos, el inconsciente personal y el inconsciente colectivo. Y el consciente y el inconsciente, se encuentran absolutamente interrelacionados y tienden a compensarse. De esta manera los sueños, pueden ser vistos como una respuesta del inconsciente, ante los problemas y conflictos de la personalidad.

Por eso, si tomamos en consideración que las leyendas, los cuentos y los mitos son productos de la fantasia colectiva, podríamos decir entonces, que ellos son como los sueños de los distintos pueblos, naciones y culturas, y por ello tienen la función de compensar y corregir, o de dar sentido, a las determinadas actitudes dominantes del Consciente Colectivo, del lugar en donde estos surgen o en el que se encuentran, por lo que responden a problemas generales de la sociedad, y por ello nos permiten encontrar respuestas a nuestros problemas más profundos, que son precisamente aquellos que compartimos con el resto de los seres humanos.

Carl Gustav Jung que también fue quien hizo el importante descubrimiento del fenómeno de la Sincronicidad, en el que se encuentran entrelazadas la realidad objetiva material y la realidad subjetiva de la psique, en la introducción a su libro, Símbolos de transformación (4), diría, que “...del mismo modo que los conocimientos psicológicos pueden estimular la comprensión de las estructuras históricas, los materiales históricos pueden, a su vez arrojar nueva luz sobres las cuestiones de la psicología individual...”, y en mi opinión, ese problema histórico, que durante tanto tiempo sería corregido y compensado por el Mito del Cid, creo que puede aportarnos una cierta claridad en esta dirección.


Marie-Louise von Franz

Poco antes de su muerte, la Dra. Marie-Louise von Franz, la más estimada discípula de Jung, me diría en una ocasión, tres años antes del tristemente famoso 11 de Septiembre, que la tarea del futuro, seria sin duda la reconciliación entre el Cristianismo y el Islam. Por eso, tomando en consideración la intuición que tuvo Ortega, en este tiempo actual de crisis en el que nos encontramos, se ha vuelto para nosotros una necesidad el tener que preguntarnos, por el sentido de este mito universal, que precisamente se encuentra insertado entre estas dos culturas.





Para comenzar a comprender el significado de este mito, primeramente es necesario, tomar en consideración el contexto histórico del siglo XI, en el que tiene sus raíces, y lo que verdaderamente fue esencial en aquél tiempo, es que representó el momento histórico donde comenzaron las Cruzadas y donde el espíritu de la Reconquista en España, tomaría un nuevo impulso. Estos dos sucesos lamentablemente producirían en definitiva un enfrentamiento religioso, político y militar, entre el Cristianismo y el Islam, que desafortunadamente se ha prolongado de una u otra manera hasta nuestros días, pero en donde también hoy afortunadamente, en esta sociedad globalizada y de la información, en la que nos encontramos, ha comenzado nuevamente a florecer, un renovado espíritu de dialogo intercultural e interreligioso.



En aquel entonces en nuestra península, bajo el dominio hispano-musulmán, la población nativa hispano-goda se había dividido en dos grandes grupos, el más numeroso estaba formado por los Muladíes, que representaban un 80% de los habitantes, y que fueron aquellos que habrían aceptado libre y voluntariamente la superioridad de la cultura Islámica, y por otro lado encontramos a los Mozárabes que fueron quienes quisieron seguir conservando su religión cristiana. Los musulmanes no impondrían su religión, ni a los judíos y ni a los cristianos, porque a ellos también los considerarían descendientes del patriarca Abraham, y también veneraban , al mismo Dios. Solamente les harían pagar un impuesto especial, para que ellos pudieran continuar con sus cultos religiosos.





Los Mozárabes en el siglo XI, representaron pues una nueva cultura, que durante cuatro siglos había estado floreciendo en la España musulmana, y que para nosotros ha pasado prácticamente desapercibida, pero su gran importancia radica en que en ella, se unificarían las influencias islámicas con las cristianas, y así por ejemplo en su lenguaje ellos utilizaban el árabe o casi mitad y mitad el árabe y el romance, o también en su arquitectura encontramos que se unificaron las tendencias visigodas con las islámicas, como el arco de herradura mozárabe, que después llegaría ha hacerse tan popular en el Islám. También por otro lado encontramos que su modo de vida estaba prácticamente islamizado, por lo que se puede decir, que esta nueva cultura de cristianos-islamizados, representó de alguna manera un símbolo de unión y un puente, entre el Cristianismo y el Islam.


El Cid Mozárabe (Alcázar de Segovia)

Desde el punto de vista simbólico, podemos decir que el CID encarnaría el prototipo de un caballero mozárabe, porque su propio nombre, CID, que es la principal característica de este personaje en la leyenda, proviene de la palabra árabe Sid que significa Señor, (o Sidi = mi Señor) sería de esta manera, como los árabes y mozárabes, se dirigían a sus superiores, y así por ejemplo esto lo encontramos en Valencia, donde al obispo se le llamaba, Sidi Almatran, y también en aquél entonces entre los mozárabes se podía encontrar el apellido de Cidiz.

En un libro de José Camón Aznar, que fue un importante Catedrático de Historia, titulado, El Cid personaje mozárabe (5), él lo contempla precisamente desde esta perspectiva, pues en la historia no solo fue un victorioso caballero cristiano, con el titulo de “Campeador”, sino que también tras su destierro, durante gran parte de los dieciocho años que trascurrieron hasta su muerte, se puede decir que vivió como mozárabe. Al principio, en la corte de los reyes hispano-musulmanes de Zaragoza. Más tarde también, estuvo al servicio del rey de Valencia Al-Cadir y cuando este fue asesinado, él mismo tomaría la ciudad y sería señor de Valencia, otorgando precisamente el control de las puertas, a la comunidad mozárabe de la ciudad. Por otro lado, aunque se ha especulado mucho últimamente sobre el autor de El Cantar de Mío Cid, también ha sido considerado tradicionalmente, que podría tratarse de un juglar mozárabe, probablemente de Medinaceli.


Splendor Solis : Mercurio

Así pues el Cid, por ese doble y ambivalente aspecto que presenta, tanto por su nombre de Cid en la leyenda, como por su propia biografía, o el hecho de que aparezca ante nosotros, tanto como personaje histórico y al mismo tiempo también como un personaje legendario, o bien el que sea considerado por algunos como un ensalzado y noble caballero y por otros como un simple mercenario, desde un punto de vista psicológico, podemos decir que simbólicamente encarnaría el arquetipo de un héroe mercurial, pues estos se caracterizan porque en ellos, se integran precisamente aspectos opuestos, ambivalentes y paradójicos, a diferencia de los héroes solares que tienen una sola cara y son unilaterales.




Existen otras figuras históricas o legendarias que contienen también estos rasgos, como por ejemplo, Mahoma o Jadir el Verde un enigmático personaje que se encuentra en el Coran, también Robin Hood o el personaje de Merlín, que aparece en el ciclo de las leyendas del Santo Grial, donde su ambivalencia tendrá su origen, en que él seria hijo de una mujer virgen y de un diablo, y mas tarde aparecerá como consejero al servicio del rey Arturo, al igual que el Dios Hermes-Mercurio, lo estuvo al servicio de Zeus, o según la leyenda también como el mismo Cid que fue el consejero preferido del rey Fernando, quien en su lecho de muerte le pediría que cuidara de sus hijos y que siempre les aconsejara bien.




También vamos a encontrar en el Cid, otros muchos aspectos característicos del héroe mercurial, tanto positivos como negativos, como por ejemplo, el de ser viajero, o el de ser astuto y tramposo, como aparecerá en el celebre episodio del engaño de los cofres llenos de arena, que los harían pasar por ricos tesoros, y mediante esa argucia pudo obtener un préstamo al iniciar su destierro. También lo veremos aparecer, con los rasgos del antiguo Dios Mercurio, que fue considerado el Dios de los ladrones, cuando lo encontramos repartiendo entre sus hombres, el botín obtenido en los saqueos y en las razias.



Pero la cualidad que más nos interesa destacar, se trata del principal atributo del Hermes griego o del Mercurio de los romanos, y que fue precisamente, el de aparecer como mensajero, mediador, heraldo de la paz y embajador, porque estas son también las características, con las que va a aparecer el Cid tanto en la leyenda como en la historia, como un defensor de los pactos, las alianzas y de la política de parias, que surgió en el siglo XI, tras la disgregación del Califato de Córdoba (6).



Las PARIAS, fueron un tributo que regulaba las relaciones entre los reinos de taifas hispano-musulmanes y los reinos hispano-cristianos del norte, cuando estos últimos adquirieron la supremacía militar, y entonces se establecieron pactos entre ellos mediante los cuales, se les ofrecía la protección y la seguridad de sus fronteras, a cambio de ese tributo de las parias, por lo que se llegó a constituir en la península, un complejo equilibrio de fuerzas y territorios, que quedaría dividido más o menos al modo del mapa de nuestras actuales autonomías.




La palabra paria procede del latín, par, con el sentido de igual semejante y justo y de pariare, saldar una cuenta (7). Es bien conocida la figura de los Pares de Francia, que eran doce caballeros iguales en nobleza, en valor y hechos de armas, y que fue instituida por Carlomagno. Así se podría decir pues, que desde el punto de vista simbólico, las parias representaban un tipo de pacto y de tributo justo, que tenia lugar entre príncipes, considerados IGUALES.

Este espíritu de las parias, que representaría el principio unificador en el siglo XI entre aquellos reinos, desafortunadamente sería “traicionado” por el rey Alfonso VI, que desoyó a sus consejeros en asuntos mozárabes, (como por ejemplo al conde mozárabe Sisnando Davidez (8), el gobernador de Coimbra, y que había sido educado en la Córdoba Califal y más tarde llegaría a ocupar cargos al servicio de rey de Sevilla Al-mutamid). También encontramos en las memorias del rey de Granada Abd Allah (9), que fueron descubiertas en 1930, emparedadas en una mezquita de Fez, en las que él contaba como Alfonso, llevado por la codicia y la ambición, trasformaría las parias, en un mecanismo de extorsión y de chantaje para debilitarlos y apoderarse de sus reinos como había hecho con Toledo. Un poeta andalusí que consideró la toma de Toledo (1085) como un mal presagio para el futuro de los reinos hispano-musulmanes, escribió unos versos en los que diría, “que el vestido de Al-Andalus, no se deshilachaba por los bordes, como sería lo natural, sino que lo había hecho por el centro”.




Esta actitud del rey cristiano, obligó a los reyes hispano-musulmanes a reunirse y tener que llamar en su ayuda a los ALMORAVIDES, que eran un pueblo extranjero, de fanáticos integristas musulmanes, que entonces dominaban el norte de África, y que acudiendo a su llamada, se enfrentaron con Alfonso VI y le vencieron por primera vez en Badajoz, en la batalla de Sagrajas (1086), pero ellos que venían del desierto, al ver la refinada cultura hispano-musulmana, acusándoles de que practicaban una religión muy relajada, pues bebían vino, entre otras costumbres, depondrían a los reyes y se quedarían dominando al-Andalus durante años, y de esta manera lamentablemente se confirmarían los más oscuros temores del rey de Sevilla, quien decía que frente a la amenaza del rey Alfonso, o el peligro que suponía pedir ayuda a los Almorávides, “prefería terminar sus día como camellero en el desierto, que cuidando cerdos en Castilla”. Después también los Almorávides serían depuestos y dominados más tarde por los ALMOHADES, que fueron otra nueva corriente de fanáticos norteafricanos, que gobernarían la España musulmana, hasta que fueron derrotados en 1212, en la batalla de las Navas de Tolosa, por una coalición de ejércitos cristianos.



Si ahora tomamos estos acontecimientos, como si se trataran de un relato mítico, y lo vemos desde un punto de vista simbólico, se podría decir, que como en la antigüedad, tanto el Dios Mercurio como el Dios Mitra fueron tenidos como dioses de los pactos y las alianzas, el rey Alfonso VI con su actitud codiciosa y ambiciosa, los habría traicionado, y además el Dios Mitra, que en Roma también sería venerado como el dios de los militares y de los ejércitos, entonces ofendido, causaría la venida de los fanáticos norteafricanos, que humillarían al rey cristiano en aquellas batallas y traerían la desgracia de al-Andalus. Un paralelo, lo podemos encontrar en La Ilíada, en donde también allí, sería precisamente otro dios ofendido, quien daría lugar a la famosa guerra de Troya. También en la descripción que Platón hace del mito de La Atlántida, cuenta que fueron los Dioses quienes ofendidos por la soberbia de sus habitantes, los llegarían a castigar, haciéndoles desaparecer en el mar.




Al contrario que el rey Alfonso, el Cid, que como dijimos aparece como un defensor de los pactos y de la política de parias, alcanzaría una gran fama, por ser él solo capaz de detener el avance de los Almorávides, y en su leyenda, los episodios de las batallas que tuvo, primero contra el rey de Marruecos Yusuf y luego contra el rey Bucar, serían precisamente el motivo más persistente en El Romancero. También en la leyenda, ese aspecto doble del Cid, lo encontramos representado por la celebridad de sus dos espadas, una de origen cristiano la Colada, que la obtendría en una contienda contra el conde de Barcelona, quien también como Alfonso, aprovecharía la política de las parias en su propio beneficio y la otra espada sería conocida como la Tizona, que habría pertenecido al norteafricano rey Bucar.



El Cid aparecerá en la leyenda, con las cualidades de un héroe, de carácter equilibrado, sensato, prudente y de rasgos humanos, como dice el Cantar, “mesurado” (“fablo mío Cid bien y tan mesurado“), y precisamente estas característica son, las opuestas a todo fanatismo, que por el contrario implica una disposición psicológica, de identificación inconsciente con las emociones.



Hay un famoso episodio que encontramos en La Leyenda de Cardeña, donde se cuenta que el Cid después de muerto, apareciendo sobre su caballo, causaría tal terror entre los Almorávides, que estos se dispersarían despavoridos. Esto visto simbólicamente se podría interpretar, como el equivalente a la invocación de la fuerza de un arquetipo, como por ejemplo sucedió con el famoso grito de "!Santiago y cierra España!", pero aquí en nuestro caso se trataría de un arquetipo mediador, y que es capaz de soportar los contenidos del inconsciente, lo que significaría desde el punto de vista psicológico, ser capaces de contener en nosotros mismos y en el mundo en que vivimos, las emociones destructivas, así como también de ser capaces de volvernos conscientes de los aspectos oscuros de nuestra personalidad.

Quizás aquí podamos ver como un oscuro presagio de nuestra Guerra civil, la celebre frase de Joaquin Costa, que decía "que había que poner siete cerrojos a la tumba del Cid", pues por el contrario solo con la aparición de un arquetipo mediador y no unilateral habría sido posible soportar el conflicto entre "las dos Españas".



Curiosamente, la primera pagina del manuscrito que se conserva de El Cantar de Mío Cid, fue arrancada, y quizás cabe pensar si esto pudiera haber sido hecho intencionadamente por alguien, como si con ello se hubiera querido ocultar, la causa que desencadenaría el destierro del Cid, y por lo que correría también la misma suerte que el Dios Mercurio, que fue desterrado del Olimpo por sus fechorías. Precisamente sería en esos cincuenta primeros versos que contendría la primera página, en donde se deberían de relatar aquellos hechos. Menedez Pidal (10), fue quien reconstruyo esta página del Cantar, siguiendo el relato de la Crónica de Veinte Reyes, y luego esa versión sería aceptada por todos los estudiosos. Allí encontraremos precisamente como el Cid, aparecería claramente como un fiel defensor de los pactos y de la política de las parias, que como se dijo antes permitía mantener las alianzas, el equilibrio, la unión y la relación entre los distintos reinos.

Serian como dice el Cantar “sus enemigos malos”, los que acusarán al Cid ante el rey Alfonso VI, de quedarse parte de las parias, que le entregaría el rey de Sevilla Al-Mutamid. Pero lo que ocurrió en realidad fue, que el Cid allí tuvo que actuar en defensa de los pactos contraídos con este rey, y tendría que enfrentarse por ello contra el rey de Granada, que aliado con varios caballeros cristianos, entre los cuales se encontraba el conde castellano García Ordóñez, porque estos estaban asediando las tierras del rey de Sevilla, y entonces por ello el Cid se enfrentó con ellos y fueron vencidos y humillados en la batalla de Cabra (1079).



Existe un interesante romance, que sorprendente ha permanecido hasta nuestros días en la tradición oral, en la memoria de un cantor tradicional en Canarias, en la isla de La Gomera, donde aún pervive esta tradición de recitar romances durante los festejos, y que allí una antropóloga americana en 1984 pudo escucharlo (11). El romance tiene por titulo: El Cid pide parias al rey moro, y el hecho de que este romance halla perdurado, nos indica que su mensaje no ha sido olvidado y que ha seguido interesando todavía hasta nuestros días.

En este romance, un rey hispano-musulmán sale al encuentro del Cid y le dice que si viene a trabajar para él, le doblaría el sueldo, o que si bien viene a buscar esposa, le dará a su hija, o también que si viene a convertirse a la fe de Mahoma, él todavía se lo agradecería aún mucho más, y cuando el Cid le dice, que solo va a recoger las parias, le responde que esta enfadado con el rey Alfonso y que no se las quiere dar, y que si ya su padre se las pagó había hecho mal, y cuando el Cid entonces le amenaza, le responde que solo porque era el Cid su mensajero, a él si se las daría.





En el libro del historiador Ibn al-Kardabus, (12) del s. XII, se cuenta, que no solo los reyes hispano-musulmanes pagaban las parias acordadas, sino que además, agradecidos por sus servicios, ofrecían ricos regalos a los reyes cristianos, para ganarse su aprecio y cofianza. Allí se cuenta que en una ocasión Alfonso, digamos que irónicamente, le entregaría un mono, al señor de Albarracin, por los obsequios que le había ofrecido. Si tomamos este hecho desde el punto de vista simbólico, y vemos que el animal representa la parte sana instintiva, y aquella que esta en relación con las necesidades, podríamos decir entonces que el rey, que psicológicamente representa la dominante del consciente colectivo de la época, es decir el conjunto de ideas políticas y religiosas dominantes en aquel tiempo, al entregarle aquel mono, simbólicamente estaría separándose de su propia base instintiva y por lo tanto también podríamos decir de las necesidades de aquel tiempo.


Esta necesidad de proporcionarle al consciente colectivo, una relación con la base instintiva, se mostrará también compensatoriamente en el Cantar, en las diferentes ocasiones en que el Cid obsequia al rey Alfonso, con caballos que tomará en sus razias y batallas. Aquí hay que señalar también la aparición de otro rasgo mercurial, porque Mercurio era conocido como el Dios de los cuatreros y ladrones de ganados. Los caballos simbólicamente representan las fuerzas instintivas, que permanecen al servicio del consciente. En la tercera ocasión que lo hace, incluso le llega a mandar hasta 200 caballos, en agradecimiento por liberar a su mujer y a sus hijas de su cautiverio y dejarlas venir a Valencia. (También después de que el rey acuerde las bodas de estas, con los infantes de Carrión, aunque ya el Cid presiente la desgracia que más tarde acontecerá en sus matrimonios, todavía le regalará sesenta caballos más). Tomados desde un punto de vista psicológico, se puede decir que los caballos vienen a representar, aquellas fuerzas instintivas de las que estaba necesitada la dominate del consciente colectivo de la época.



Encontramos también un nuevo ejemplo de esto al final del Cantar, cuando terminadas las Cortes de Toledo, en las que finalmente se llegaría a saldar las cuentas con los Infantes de Carrión. Allí el rey le pedirá al Cid, que le muestre como se corre a caballo y todos se quedaran maravillados de ver cómo lo hace, pero cuando al terminar su carrera, el Cid quiere regalar su caballo al rey, este no se lo acepta, porque dice que “tal caballo como ese, solo vale para vos”. Su caballo, Babieca, en la leyenda había sido un regalo recibido del rey de Sevilla, lo que simbólicamente podría ser visto, como que la dominante del consciente colectivo en los reinos hispano-musulmanes, así como el mismo Cid, ellos si que se encontraban entonces en armonía, con las necesidades instintivas de su tiempo.



Otro conocido pasaje del Cantar donde se muestra esa adecuada relación del Cid con los instintos y las emociones, lo vamos a encontrar en el episodio del león que se escapó de su jaula, y se produjo la reacción de pánico de los Infantes de Carrión, que reaccionaron cobardemente, pero por el contrario veremos al Cid que tomado con serenidad al león de su melena, lo volvería a conducir dócilmente hasta su jaula .




En aquel tiempo la península ibérica, podía ser vista como una polaridad, formada entre reinos cristianos y reinos musulmanes, cuyas complejas relaciones, luchas y alianzas, se llegarían a prolongar en el tiempo nada menos que durante ocho siglos y sería precisamente allí, en aquel conflictivo contexto, donde sería necesario el surgimiento de una mítica figura de héroe mercurial, que como el Cid, mediador y capaz de aguantar la tensión de los opuestos, fuera capaz de mantenerlos unidos y relacionados entre ellos, sin que ninguno excluyera a su contrario, lo que sería el equivalente a lo que denominamos en el lenguaje psicológico, la actitud de "confrontación" con los contenidos psíquicos del inconsciente, y que es lo que constituye la base, para el desarrollo de la conciencia.

También encontramos otro derivado de la palabra par (13), que es pairar que en náutica, se refiere a una nave que permanece quieta con las velas tendidas, y también se usa en el sentido de soportar, aguantar y tener paciencia. Nosotros usamos con frecuencia, en el lenguaje popular las expresiones, aguantar el temporal o aguantar la tempestad o el chaparrón, en relación a soportar situaciones conflictivas, difíciles y emocionalmente tensas, y lo que psicológicamente visto sería el equivalente de la “confrontación”.




En este sentido existe una leyenda (14) que cuenta, que el rey Alfonso, cuando estuvo acogido durante su exilio por el rey de Toledo, en una ocasión mientras se encontraba descansando en un jardín, pudo escuchar la conversación entre el rey y uno de sus hombres en relación a la única manera como podría llegar a ser tomada la ciudad. Alfonso haciéndose el dormido lo escucho, y cuando ellos se dieron cuenta de que él estaba allí, para cerciorarse de que dormía, y que no habría escuchado nada, decidieron verter plomo fundido en la palma de su mano, y entonces Alfonso permaneció en silencio mientras el plomo le traspaso la mano.



Si tomamos esta leyenda desde el punto de vista del simbolismo de la alquimia, es muy interesante, porque en ella precisamente el Espiritu Mercurio fue considerado el elemento imprescindible para llevar a cabo la unión de los opuestos irreconciliables, donde el plomo precisamente representaba la prima materia, aquella sustancia misteriosa que tenía que ser contenida en el vaso hermético, para poder llegar a ser trasformada en oro.



Así pues, si tomamos la mano como si fuera un recipiente o un vaso, podríamos decir que simbólicamente, el rey Alfonso no pudo contener y soportar la prima materia, es decir las emociones, sus ambiciones y sus impulsos, y por lo que más tarde llegaría a incluso a traicionar a sus buenos anfitriones, tomaría la ciudad de Toledo y desencadenaría con ello la desgracia al provocar la venida de los fanáticos norteafricanos a la península.




La Alquimia era el arte que pretendía penetrar en los misterios de la naturaleza, alcanzó un gran florecimiento en al-Andalus entre los siglos X y XI, y desde allí más tarde entraría en Europa. En ella el Espíritu Mercurio, era un elemento imprescindible para la realización de las transformaciones, y estaba vinculado con el Principio del Eros, que es el principio de la relación, por lo que este permitía por ello, llevar a cabo la unión de opuestos irreconciliables. Estos aparecerían representados de muy diversas maneras, así por ejemplo, como agua y fuego, sol y luna, rey y reina, y otros pares de opuestos. La meta de la obtención de esa unión de opuestos, estaba simbolizada por el árbol, la piedra o el oro filosofal, o también era conocida como el elixir o la medicina universal, y desde un punto de vista psicológico, sería Jung quien llegaría a descubrir, después de extensos y profundos estudios (15), y por lo cual le debemos de estar tan agradecidos, que el proceso de transformación, que se pretendía alcanzar en la alquimia, representaba un paralelo simbólico de lo que él llamó, el Proceso de Individuación, es decir, del equivalente al proceso psíquico, de la maduración y la autorrealización del ser humano y desde el punto de vista de desarrollo del pensamiento historico, él pudo demostrar que la alquimia, representó el puente entre la antigua gnosis precristiana y la psicología del inconsciente.




Así pues en síntesis, podemos decir, que en el Mito del Cid encontramos que se muestra, a través de un héroe de tipo mercurial, la necesidad de un símbolo que encarnara el espíritu mediador y unificador, que permitiera la relación de los opuestos, y que por tanto compensara y corrigiera la tendencia a la disociación, que estaría representada entonces, entre aquellas dos culturas enfrentadas.


IIª PARTE:



Ahora vamos pasar a ocuparnos del aspecto, que también contiene este mito, que es el de ser integrador de la función del sentimiento y del Eros, y que además son aspectos esenciales, que se encuentran en la base de la TOLERANCIA. Para ello tenemos que tener en consideración, el contexto histórico de aquel tiempo, que ya se había desarrollado a lo largo de cuatro siglos, y en el que estaba constelizado como vimos el arquetipo mediador del mercurio, el cual por su cualidad de unificador de opuestos, permanece por ello vinculado al Principio del Eros, que es también una manifestación del principio supremo del amor, y por tanto de los valores femeninos, del sentimiento y de los afectos.






Precisamente el siglo XI, ha sido considerado como el Siglo de Oro de al-Andalus (16), allí aquel espíritu de tolerancia, que existió en los inicios del Islam, permitió el desarrollo de una esplendorosa cultura hispano-musulmana en el seno de la cual, convivieron las llamadas Tres Culturas del Libro, los hebreos, los cristianos y los musulmanes, y donde se llegaría a alcanzar un desarrollo cultural, técnico, científico, artístico y espiritual inigualables en aquel tiempo. Pero desafortunadamente, con el avance de la Reconquista, y la llegada de los integristas musulmanes norteafricanos, se marcaría el punto de inflexión de aquella convivencia, pues a partir de entonces los mozárabes comenzarían a ser hostigados. Algunos fueron deportados a África y otros se verían obligados a huir a los reinos cristianos. Allí fueron asimilados y se extinguiría su cultura, y más tarde, con la conquista de Granada, donde serían quemados miles de manuscritos árabes, por el Cardenal Cisneros, la inquisición, la expulsión de los judíos y finalmente el terrible drama de la expulsión de los moriscos, se llegaría a culminar la destrucción de la España de las Tres Culturas, abriéndose con ello una herida en nuestra alma colectiva, que todavía no ha sido totalmente sanada.





En el Islám, desafortunadamente, la Sharia y los ulemas, que interpretarían e introducirían con el tiempo las formas culturales propias de la sociedad patriarcal, desvirtuarían con ello el mensaje original religioso, en el que fue predominante el valor del Eros, porque su religión que prácticamente carecía de ritos y de intermediarios, y más tarde no se permitiría el uso de imágenes (lo que psicológicamente visto representa la imposibilidad de que pudieran ser proyectados los contenidos psíquicos interiores, por lo que supone un avance en el proceso del desarrollo de la conciencia colectiva), estaba basada en la relación personal, del creyente con el libro revelado del Corán, que además estaba escrito en su misma lengua, y de esta manera se propició, que pudiera predominar en esta cultura, la relación con las experiencias y las vivencias interiores, así como los valores del sentimiento, los afectos y las emociones, lo que se ha venido manifestando en muy diferentes maneras como, por ejemplo en el gran desarrollo que experimentó la poesía, o también lo encontramos en la India, donde pudo florecer uno de los más bellos edificios del mundo, como es el Taj-Mahal, un mausoleo que mando construir, el emperador Shah Jahan, para su amada esposa Muntâz Mahal, como un monumento de homenaje al amor eterno, entre un hombre y una mujer.




Ese espíritu de Eros, que permitiría, con sus sombras y sus luces, la tolerancia, en los primeros siglos de la España musulmana, lo podemos encontrar también expresado de muchas maneras, en aquellas tres culturas, así por ejemplo a Ibn Hazm (994/1063), uno de los más eminentes sabios de Córdoba y que fue contemporáneo del Cid, escribiría el famosísimo libro titulado, “El collar de la paloma: un tratado sobre el amor y los amantes” (17), en el cual él recogería, toda la tradición amorosa del Islam. Allí también alcanzaría un enorme desarrollo, la poesía arábigo andaluza, que ha sido considerada como el origen de los trovadores y del amor cortes.




Entre aquellos mozárabes, aparecerían las Jarchas, que son unas canciones populares que se caracterizaban por tratar temas de amor, en boca de doncellas enamoradas, y también entre ellos se desarrollaría mucho el culto y la devoción a la Virgen Maria. Aquí hay que mencionar, que precisamente el único autógrafo que se conserva del Cid (18), fechado en 1098, un año antes de su muerte, y en el que él firmaría como Príncipe Rodrigo el Campeador, fue otorgado cuando se consagró la iglesia de Valencia a la Virgen Maria, lo que si es visto simbólicamente, podría representar una forma de ensalzamiento del principio femenino. Podemos encontrar un vestigio de esto cuando al comienzo del romance canario, “El Cid pide parias al rey Moro", al que ya nos hemos referido, después de que sus hombres hablen de sus asuntos y amoríos con mujeres, el Cid sacando una imagen de la Virgen, que guardaba en su costado, les dice.... “que aquella era, a la que él amaba de noche y de día, y que siempre la llevaba con él”.



También allí en la España de entonces, llamada por los judíos sefardíes Sefarad, y donde la Cábala llegaría a alcanzar su cima con El Zohar, que fue escrito por Moisés de León (1240-1305), a la Shekhinah, que era considerada la contraparte femenina de Dios, que contenia un doble aspecto oscuro y luminoso, y aparecía como la personificación femenina de la Sabiduría de Dios, la verdadera Novia de Dios y la Reina Celestial, se la situaría en el centro de su sistema ético y teosófico, para que el ser humano y el mundo alcanzasen la armonía.




Entre los místicos, encontramos al sufi Ibn Arabi, que ha sido considerado por el Islam el maestro de maestros, y que nacería en Murcia (1165-1241). Él basaría su gran doctrina del amor, en la visión que tuvo en su juventud, en la cual recibió instrucciones de Moisés, de Jesús y de Mahoma, y tendría una concepción del amor, que abarcaba todas sus manifestaciones, desde las más humanas, hasta las más espirituales y místicas. Así llegó a escribir, en su famoso libro “El interprete de los deseos ardientes” (19), unos versos que decían: ...!Oh maravilla! ¡Un jardín entre llamas! Mi corazón se ha hecho capaz de aceptar todo: pasto para gacelas, convento para los monjes, templo para los ídolos y Kaaba para los peregrinos, las tablas de la Tora y el libro del Corán. Yo profeso la religión del amor y en cualquier lengua... el amor es mi religión y mi fe...”






Pero desafortunadamente, ese Eros que floreció en los primeros siglos de la España musulmana, con el avance de la Reconquista y el paso del tiempo, quedaría sepultado entre las ruinas de aquella elevada civilización, aunque sin embargo, todavía afortunadamente ha permanecido latente en el inconsciente colectivo de los españoles, como lo demuestra por ejemplo el hecho, de que cuando se descubrió la Dama de Elche (1897), a esta se la llegaría a conocer popularmente como “La Reina Mora”, o también encontramos disperso por toda la geografía de la península a través de los mágicos relatos y leyendas incontables, que aluden a tesoros, damas y reinas encantadas. También aún en la actualidad podemos seguir encontrando una manifestación de ese Eros, en los festejos de “Moros y Cristianos”, que simbólicamente representan un festivo encuentro de opuestos, y que en vez de desaparecer con el paso del tiempo, cada vez adquieren un mayor arraigo y popularidad, y así por ejemplo desde hace muy pocos años, también se realizan estos desfiles por la ciudad de Valencia, en conmemoración de la toma de la ciudad por el rey Alfonso I.




Si retomamos nuestro Mito del Cid, el otro rasgo más predominante que aparece, vemos que precisamente también se tratará, de su peculiar relación con el Eros y el Principio Femenino. En primer lugar lo encontramos manifestado en la historia de amor entre el Cid y Jimena, donde en Las Mocedades del Cid, por ejemplo vemos que se antepone el amor, a la razón de estado y al deber, cuando por vengar una afrenta al honor de su padre, llegaría a matar en un duelo al padre de Jimena, episodio que fascinaría a Pierre Corneil y emocionaría a Francia entera con su obra El Cid, y a demás esta obra como dijimos antes, llegaría incluso a dar lugar a dos óperas, una en Francia y otra en Alemania.

También muchos van a ser los rasgos que aparecerán vinculados a los sentimientos y emociones del Cid a lo largo del Cantar, como los celebres versos del comienzo: “Con lagrimas en los ojos, el Cid sale de Vivar camino del destierro...”, o cuando se despide de Jimena y de sus hijas: “No visteis llanto más amargo que aquel: así se separaban unos de otros, como la uña de la carne...



Por otro lado también encontramos que en el Cantar, que tradicionalmente se ha dividido en tres partes: “El cantar del destierro”, “El cantar de las bodas” y “El cantar de la afrenta de Corpes”, el motivo central, es precisamente traer a Valencia a Jimena con sus hijas y procurarles matrimonio. En el inicio del Cantar, encontramos que cuando el Cid sale camino del destierro y se despide de Jimena, exclama: “... rogad a Santa Maria que con mis manos alcance con que casar a mis hijas...”, y refiriéndose a Jimena, le dice: “... que ventura me proteja por muchos días, en que vos, mujer honrada, de mi podáis ser servida...”, y finalmente, después del drama de Corpes con los Infantes de Carrión, podremos ver que termina felizmente el poema, con las dobles nupcias de sus hijas, que tendrán lugar con los príncipes de Navarra y de Aragón. Nuevamente este deseo de unir en matrimonio, lo encontraremos a su vez manifestado, cuando después de defender la ciudad de Valencia frente al rey de Marruecos, el Cid ofrecerá también importantes dotes, para casar a las dueñas y las damas de su corte, con sus hombres.

En los cuentos populares, es muy frecuente, que aparezca la figura de un rey sin reina, y como ya dijimos que el rey representa simbólicamente, la dominante del consciente colectivo, que encarna las ideas políticas y religiosas de la época, por eso de esta manera la situación arquetípica, en donde no aparece la figura de una reina, traerá a lo largo de la trama del cuento, la necesidad de la incorporación del elemento femenino, para que de esa manera se pueda producir una renovación de ese consciente colectivo, y que este finalmente pueda tener continuidad y renovarse. En El Cantar del Cid será precisamente de esta manera, como un rey sin reina, como aparecerá Alfonso VI. Por eso desde un punto de vista simbólico, esta relación del Cid con su esposa y el deseo de casar a sus hijas, y a sus dueñas, es muy importante porque con ello restaura, la ausencia de la relación, que existía entre el Consciente Colectivo y el Principio Femenino, y por tanto también con los sentimientos y los afectos, que como dijimos son los valores que se encuentran en la base de la tolerancia.





Esta relación del Islam con lo femenino y con el principio de Eros, también la vamos a encontrar en el Cantar, en relación a la figura de Abengalbon, el alcaide musulmán de Molina, de quien se dice, en varias ocasiones, que el Cid es “su buen amigo natural” y “su entrañable amigo”. Lo que simbólicamente representa la buena relación en la que se encontraba el Cid, con lo que psicológicamente visto sería su sombra hispano-musulmán. Es precisamente a él, a quien confiará la custodia de su mujer y de sus hijas, cuando ellas finalmente vienen de Castilla y quien también más tarde las obsequiara, al marcharse ya casadas con los Infantes de Carrión, cuando entontes, incluso estos, al ver las grandes riquezas de su anfitrión, llegarían incluso a planear matarlo y robarle todos sus bienes, pero sin conseguirlo. A continuación los Infantes que por la mediación del rey, se casaron por codicia y ambición, traicionando así de esta manera al espíritu del Eros y del amor, terminaran violando y maltratando a las hijas del Cid, en la afrenta de Corpes, y allí creyéndolas muertas las abandonaran.






Eduardo Marquina, escribiría en un artículo, que tenia por titulo “Mi primera emoción” (20), que su obra, “Las hijas de Cid: leyenda trágica en verso”, él la había escrito con todo el dolor que sintió al leer los versos de la afrenta de Corpes, cuando los Infantes de Carrión, realizaron aquella infamia a las hijas del Cid.





Precisamente es en este pasaje, donde se encuentran los versos más enigmáticos del poema, que dicen, "A siniestra dexan a Griza, que Álamos pobló (Allí son caños do a Elpha encerró)" Aquí se alude a un supuesto episodio mítico, relacionado con Hércules, a quien Júpiter dio ese nombre para indicar su condición de servidor de la diosa Hera, pero él también sería conocido como Álamos, porque regresó del inframundo con una corona de ramas de este árbol, en el que allí, habría sido convertida la ninfa Leuce. En este verso se dice, que en aquel lugar mantuvo cautiva a una Elpha, que en la mitología germana, representan espíritus femeninos benéficos de la naturaleza.




Desde el punto de vista psicológico, mantener encerrado, representa la actitud psíquica de la supresión, que a diferencia de la represión, alude a un contenido psíquico que posteriormente tendrá que ser confrontado.




Pero como ya vimos antes, en el episodio del león, los Infantes de Carrión, no fueron capaces, a diferencia del Cid, de confrontar sus emociones y ahora aquí precisamente, aparecerán como victimas de esas emociones inconscientes, que se han vuelto negativas, y terminaran poseyéndolos, como una situación arquetípica que aparece en tantos otros relatos, en donde los hombres que no son capaces de actuar varonilmente, son destruidos por espíritus femeninos maléficos, como por ejemplo las lamias, que son seres, mitad mujer mitad serpiente.



Si tomamos el motivo del matrimonio desde un punto de vista simbólico, como una unión de los principios masculino y femenino, y tomamos lo femenino como la expresión de los valores del Eros, el sentimiento y la emoción, o también de los contenidos irracionales y de lo inconsciente, y por otro lado a lo masculino, como los valores del Logos, es decir como aquellos valores racionales, intelectuales, espirituales o conscientes, se podría entonces interpretar, que psicológicamente visto, el deseo del Cid de casar a sus hijas, y a sus dueñas, simbolizaría, el deseo de dar nombre a la emoción. Es decir, la necesidad de volverse conscientes de los sentimientos y de las emociones, así como de los contenidos psíquicos en general.






Desde el punto de vista psicológico, hay dos arquetipos fundamentales cuya confrontación es necesaria para la realización consciente de la totalidad en el ser humano, uno representa la contraparte masculina o femenina de nuestra personalidad, a la que Jung denominó, anima en el hombre y animus en la mujer, y al otro arquetipo lo denominó la sombra, y que contiene todo aquello que no se ha vivido y las partes inferiores de la personalidad que han sido reprimidas y que se proyectan sobre los demás, y por ello están en la base de los conflictos personales o colectivos como por ejemplo desafortunadamente, durante tantos siglos ha venido sucediendo entre las comunidades de Judíos, Cristianos y Musulmanes. El proceso psíquico de maduración, denominado el proceso de individuación, y que representa la producción del hombre entero, no se puede llevar a cabo, si primeramente no se integra la sombra, pero para que esto pueda ser posible, es necesario desarrollar una actitud, dotada de Eros y también de humildad.



Así pues desde un punto de vista psicológico, podemos decir entonces, que ante la actitud dominante del Consciente Colectivo de aquella época, en donde se había dejado de lado el problema de lo femenino y el problema de la sombra y del mal, el Mito del Cid, habría venido a restablecer y compensar, la falta de relación consciente que existía con el Principio Femenino y del Eros, porque esto era algo imprescindible, para que pudiera tener lugar una renovación del consciente, y que no llegara a desaparecer en la España de las Tres Culturas, la base para la tolerancia.


IIIª PARTE:



Ahora, vamos a ocuparnos para terminar, con el tercer aspecto que habíamos mencionado al principio y que es el de la importancia de la decisión ética, al servicio de un símbolo central y de totalidad, porque El Cid aparecerá en la leyenda, como un fiel vasallo al servicio del rey Alfonso, y el rey es la representación tradicional en todas las culturas, de un símbolo central y de orden, y por tanto la pareja real se corresponde con el arquetipo regulador ordenador y regulador de la psique que Jung denominó el Si-mismo. Pero al inicio del Cantar, encontramos en relación a Alfonso, el verso que de todos, se ha hecho el más conocido y que de alguna manera permanece grabado en la memoria colectiva de los españoles y es aquel que el poeta, pone en boca de las gentes de Burgos, cuando ven partir al Cid, camino del destierro: “... Dios!, que buen vasallo si tuviera buen Señor...”



Alfonso VI, en la historia, sería quien desterraría en dos ocasiones al Cid, y quien aparecerá al inicio del Cantar, haciendo caso a los malos consejeros, frente su leal vasallo. Este rey además, vivió con la sombra de haber participado en la muerte de su hermano el rey Sancho y como ya dijimos antes, por su codicia y ambición, al traicionar el espíritu de las parias, y con la conquista de Toledo, desencadenaría la venida de los fanáticos norteafricanos y con ello también el fin del espíritu de tolerancia, que durante cuatro siglos había florecido en la España musulmana, dándose comienzo así de esta manera a la destrucción de la cultura mozárabe. También él, que con soberbia adopto el titulo de Imperator Totius Hispaniae, y el de Emperador de las Dos Religiones, sería humillado por los Almorávide e incluso también perdería a su único hijo, Sancho, luchando contra ellos, en la batalla de Uclés, cuando apenas tenia diez años.



Por otro lado Alfonso, también se enfrentaría personalmente con la cultura mozárabe, porque él les impondría la escritura carolingia, frente a la visigoda y suprimiría el rito religioso mozárabe, para imponer el rito romano, lo que no fue aceptado de buen grado, y se cuenta, que entonces él propuso arrojar al fuego un libro latino y otro mozárabe, para ver cual de ellos se salvaba, y viendo que se salvó el mozárabe, dando entonces un golpe en la mesa, exclamo la famosa frase, “allá van leyes, do quieren reyes”.



Su consejero en asuntos mozárabes, el conde Sisnando Davidez, al que no haría caso, se distanció de él después de la toma de Toledo, cuando vio que depuso a su rey Al-Cadir y que además destruyo la mezquita para construir allí la iglesia. También veremos como Alfonso, daría la espalda a los reinos hispanos-musulmanes, y estrecharía sus relaciones con Europa, casaría con cuatro damas francesas y una italiana, pero ninguna de ellas le pudo dar un heredero, y el único hijo que tuvo fue precisamente con su concubina Zaida, hija del rey de Sevilla. Él también favoreció a la Iglesia, representada a través de la orden francesa de Cluny, con el pago de grandes sumas de dinero, que procederían precisamente de las parias, y que gran parte de ellas serviría para el afianzamiento del Camino de Santiago, pero estos monjes en la leyenda parecerán más, hombres de guerra que religiosos, y así por ejemplo el poeta del Cantar, pondrá en boca del obispo Jerónimo, versos como estos: “...que suspiraba por verse pronto con los moros en el campo: hasta que se sienta arto de herir moros con sus manos”, y antes de que tenga lugar la batalla contra el rey Bucar le dice al Cid, “...que él había llegado allí, porque tenia deseo de algunos moros matar y quería ser el primero en ir a luchar...”



En la España cristiana de entonces, como dice el Cantar, no era posible servir a un buen señor, porque como ya hemos visto el rey Alfonso, representará desde el punto de vista psicológico, la dominante de un consciente colectivo que se muestra unilateral e inflacionado, y que estaba poseído por un complejo de poder, a consecuencia de la falta de relación con el principio femenino y de Eros. Por ello no se pudo en aquel tiempo, en los reinos cristianos, estar a la altura de las circunstancias históricas, y no pudieron ser contenidos los impulsos de dominio político, territorial y religioso, por lo que esa actitud unilateral e inflacionada, tuvo que ser entonces, compensada y corregida por el Mito del Cid, que por el contrario, presenta al héroe junto con su mujer y sus hijas, como señor de Valencia y gobernando sobre las tres culturas.



El que este mito, todavía continué vigente en nuestros días, es sin duda porque también en la actualidad, estamos ante la necesidad de volvernos conscientes de nuestra unilateralidad, y es necesario incorporar en nuestro mundo, tanto de una manera individual, como también colectiva, ese Principio Femenino y de Eros, que permite poner en relación y soportar la tensión de los opuestos, con la esperanza, de que así podamos afrontar - Deo concedente - esta nueva etapa en la que nos encontramos, de extremas polaridades y conflictos.

De una manera concreta, podemos ver que algo de esto comienza a manifestarse tímidamente en nuestra sociedad, mediante el creciente desarrollo de valores humanistas y democráticos, como son por ejemplo, la igualdad de derechos y la defensa de la dignidad de la mujer, la sensibilidad, los sentimientos, la solidaridad, el pacifismo, la libertad religiosa, el respeto por los derechos humanos, por la naturaleza, por los animales, etc.


Desde el punto de vista de la Psicología Analítica, esta cuestión de ponerse al servicio de un arquetipo central, nos sitúa ante el difícil y complejo problema de las decisiones éticas. En este sentido existe un relato oriental titulado, “El Jardín amurallado de la Verdad” (21), en donde se cuentan las reflexiones de un hombre, que quería estar al servicio del más grande y poderoso señor, y en su búsqueda, finalmente acabaría poniéndose al servicio de Dios, lo que psicológicamente visto, representa ponerse al servicio del arquetipo central, al que Jung denominó el Sí-mismo, y que es capaz de dar sentido a la vida individual, así como también a la vida colectiva.



Fue precisamente en la España musulmana de aquel tiempo, donde llegaría a desarrollarse la más elevada concepción del ser humano. Allí encontramos entre otras grandes y todavía prácticamente desconocidas figuras para nosotros, al médico y sabio Ibn Tufail de Guadix, Granada, (1100-1185), él influyo en Averroes (22), quien representaría la cima de la filosofía islámica y cuya concepción religiosa, no era dogmática, sino critica con el pensamiento musulmán, y que por ello abría un camino y establecía un puente, a la visión y a la experiencia religiosa individual, para que cada cual, pudiera ponerse al servicio de su propio Dios Interior.



Ibn Tufail escribió sin duda, la obra más importante de la literatura andalusí: El filosofo autodidacto (23), en su libro advertía que lo había escrito, en previsión de la decadencia que se iniciaba por aquel entonces, para dar testimonio de la altura ética alcanzada por algunos en aquella sociedad, donde era posible trascender a las religiones colectivas, en favor del valor del individuo, adelantándose así nueve siglos, al pensamiento psicológico contemporáneo. Desafortunadamente como él ya intuyó, poco tiempo después, las más privilegiadas personalidades, como por ejemplo Ibn Arabi o Maimonides entre tantos otros, tuvieron que abandonar la península, tras los acontecimientos históricos que tuvieron lugar, con la irrupción de los fanáticos norteafricanos y la perdida de autonomía de al-Andalus.

Esta apertura a la experiencia directa e individual del mundo interior, sin intermediarios, que florecería durante aquellos primeros cuatro siglos de la España musulmana, se adelantaba también en varios siglos a la Reforma Protestante y a lo que ahora propone la Psicología del Inconsciente, que es el encuentro con el símbolo personal, o lo que es lo mismo, con el dios interior, o el arquetipo central que rige la vida de cada individuo.


Contributions to Junguian Psichology

Marie Louise von Franz, en la ultima conferencia publica que impartió y que tenia por titulo: “La rehabilitación de la función del sentimiento, por C.G.Jung en nuestra Civilización contemporánea”(24), y que nos concedería el privilegio de que fuera publicada aquí en Valencia, ella hacía hincapié en la necesidad y la importancia actual de incluir, en todos los ámbitos de la vida, junto con la función del pensamiento, es decir junto a los valores intelectuales y racionales, que han prevalecido hasta ahora, de manera unilateral, en nuestra cultura patriarcal, incluir también la función del sentimiento, el Principio Femenino y el Eros.

Como ya fue comentado anteriormente, ella diría en una ocasión, que sin duda, la tarea del futuro seria la reconciliación entre el cristianismo y el Islam. Pero esta tarea, no podrá ser realizada, solo desde un plano intelectual y racional, sino que para ello será imprescindible también, la incorporación del Principio Femenino y de Eros, que primero tendrá que ser realizado en cada uno de nosotros, de un modo individual y subjetivo.



Ella escribió, en su Interpretación psicológica del mito del Santo Grial (25), al que esta ligada la figura de Merlín, que como se dijo anteriormente, también fue otra representación del espíritu mercurio, mediador y unificador de opuestos, que este mito del Santo Grial, habría anticipado el problema religioso del hombre moderno, y que el Cáliz que buscaron tantos heroicos caballeros, representaba simbólicamente como contenedor y recipiente, precisamente esa búsqueda del Principio Femenino y del Principio del Eros, así como la esencia femenina, integradora y curativa, que estaba simbolizada por la sangre salvadora de Cristo, que en él se contenía.





De una manera verdaderamente sorprendente y misteriosa, este mito mozárabe del Cid, que ensalza a nuestra querida ciudad de Valencia, y que como decía Ortega, “... allá, en el fin de los tiempos, cuando venga la liquidación del Planeta, no podrá pagarse con todo el oro del mundo...”, también aquí, en la misma Iglesia Catedral de Valencia, que precisamente fue construida sobre la mezquita, que el mismo Cid en 1098, consagraría como iglesia a la Virgen Maria, se hermana, este Mito Universal del Cid, con la más importante reliquia del cristianismo, y que desde hace siglos se venera en este lugar.




Se trata de un excepcional Cáliz, al que podríamos denominar MOZARABE, porque la copa superior que es un vaso griego anterior al s. I, y que por tanto pudo haber estado en La Última Cena, fue custodiado desde los tiempos del Cid (1077), en el Monasterio Mozárabe de San Juan de la Peña, y sería ensamblada por un orfebre, mediante una estructura de oro con motivos mozárabes, con otro vaso en su base, que recientemente (1959) (26) se descubrió, que fue tallado en el s. X, en la Córdoba Califal, y en el cual se encuentra una misteriosa inscripción en árabe cúfico, que dice “lil-zahira” y que ha sido traducido como “para la más floreciente”.





De esta manera, este admirable Cáliz Mozárabe, podría ser tomado COMO UN VERDADERO LEGADO de aquella cultura Hispano-Musulmana, que podía haber llegado ha desarrollarse completamente en nuestra península, pero que lamentablemente solo lo pudo hacer durante cuatro siglos, antes de ser destruida y en la que bienaventuradamente pudieron convivir las Tres Religiones del Libro. Podríamos decir que este Cáliz, se muestra hoy ante nosotros, como UN NUEVO SÍMBOLO DE UNIÓN DE OPUESTOS, y también como UNA NUEVA ALIANZA, que encarna, la esperanza en un futuro, en el que quizás podamos ser capaces, de soportar tanto en nosotros mismos, como en el mundo que nos rodea, la tensión de los opuestos.



Habíamos comenzado esta conferencia, hablando de un héroe singular, y ahora quisiera terminar, citando a San Pablo, porque él decía, que los heroísmos estaban vacíos, si no había AMOR FRATERNO, porque EL AMOR A LOS DEMÁS, era el camino más importante. Esto nos lleva a la reflexión final, que sería preguntarse, si no será ya el momento, individual y colectivo, de DESPERTAR de una larga noche de la historia, para empezar, a poner en práctica los ideales, en la medida de nuestras limitaciones personales, y que finalmente pueda comenzar a florecer una nueva y verdadera CIVILIZACIÓN HUMANA.


El hombre de Vitruvio

Leonardo da Vinci


SONDA VOYAGER I, 1977



EPILOGO


El Cid tanto en la leyenda como en la historia, estuvo dotado de rasgos prodigiosos, sobrenaturales y fuera de lo común, que le darían su carácter mítico, y por ejemplo el historiador Ben Bassam diría de Rodrigo, que por sus cualidades, “... era uno de los grandes prodigios del creador...”.

En el Cantar se cuenta que durante la última noche que paso en Castilla, tendría un sueño en el cual se le apareció el ángel Gabriel y le dijo: “...Cabalgad, Cid, cabalgad, sois un buen Campeador, pues nunca en tan buen punto se vio cabalgar varón. En tanto que viváis todo te ha de salir bien...”. Más tarde en la Leyenda de Cárdena, sería San Pedro quien le anunció que habría de morir al cabo de un mes, pero que aún muerto vencería al rey Bucar. Entonces se cuenta, que fue embalsamado y ungido con esencias regaladas por el sultán de Persia, lo que podría verse desde el punto de vista simbólico como una alusión a los ritos de momificación y resurrección del Antiguo Egipto, y que más tarde sus hombres, lo pondrían sobre su caballo y causaría tal terror entre los Almorávides, que se dispersaron despavoridos.

El rey Bucar y los Almorávides representaban la expresión del fanatismo, el integrismo y fundamentalismo Islámico, y que se contrapondría también a esos mismos rasgos expresados en el Cristianismo de aquel entonces, lo que equivaldría psicológicamente visto a la unilateralidad de la identificación con las emociones, frente a la tolerante y cultivada sociedad andalusí, que durante cuatro siglos, se había desarrollado, y que estaría reflejada en la mítica figura mozárabe del Cid.

También en la leyenda, se relataron los milagros que tendrían lugar junto a su tumba en Cardeña, por lo que así el Cid sería dotado incluso de una irradiación milagrosa de su personalidad, como si de un santo laico se tratara, y este culto que se fue desarrollando a partir del s. XIII, en el s. XVI, llevaría incluso a que Felipe II, promoviera su canonización.

Como hemos visto en la leyenda, el Cid encarnaba un símbolo de unión de opuestos, y por eso no era unilateral como su rey, sino que estaba completo, porque formaba parte de una cuaternidad constituida por él, su mujer y sus dos hijas. El motivo de la cuaternidad desde el punto de vista psicológico representa un símbolo de totalidad, como por ejemplo lo son, las cuatro estaciones del año, las cuatro direcciones del espacio, los cuatro Evangelistas, o las representaciones mandálicas formadas por figuras cuaternarias u octogonales. Así el Cid de esta manera, aparecería manteniendo una relación con lo femenino, y los valores que ello representa, lo que desde el punto de vista psicológico denominamos el arquetipo del Anima, es decir la parte femenina del hombre, y además también él aparecería relacionado adecuadamente con otro importante arquetipo, que esta en relación con el problema del mal, y que es el de la Sombra, en este caso la hispano-musulmana, que estaría encarnada por Abengalban, el alcaide de Molina, de quien el Cantar diría que era “su amigo natural”, y su “entrañable amigo”.

Por eso podríamos decir que las cualidades numinosas con las que aparece el Cid en la leyenda, desde el punto de vista simbólico, representan una verdadera unión de opuestos, y de totalidad, por lo que también expresaría una representación del arquetipo central del Sí-mismo, que es aquel arquetipo portador de orden y de sentido, y que en ocasiones también puede expresarse como un símbolo del Anthropos. Este arquetipo del Anthropos es una imagen de la totalidad que se hace humana, esta en relación con las necesidades humanas, y por ello es una representación del dios hecho hombre, que aparece como un modelo para su pueblo y su cultura.

En resumen podemos decir que el Mito del Cid, ha estado compensando la actitud consciente de una sociedad unilateral de predominio patriarcal, y de aspiraciones espirituales, pero que había dejado de lado el problema de lo femenino y el problema del mal. Por eso este mito ha representado una nueva actitud, capaz de restablecer la relación, con aquellos valores que habían sido excluidos y que son imprescindibles si se quiere estar relacionado individualmente con los contenidos psicológicos del inconsciente.

Jung descubrió que el simbolismo de la alquimia, había preparado el camino a la Psicología del Inconsciente, porque a través del proceso alquímico de la transformación cuya meta se representaba mediante la unión de los opuestos, se expresaba también un paralelo simbólico del proceso de la individuación del ser humano. La alquimia es una obra de reconciliación de opuestos, y un empeño en producir a partir de lo plural y contradictorio una unidad que no se da de forma natural sino que - Deo concedente - es fruto del esfuerzo humano.

Psicológicamente visto en la Leyenda de Cárdeña, se puede decir que se invocaba al Cid, de la misma manera como Enrique V, lo hacía, en la obra de Shakespeare, en la batalla de Agincourt contra los franceses, en donde allí él invocaba la ayuda a los Santos del día, San Crispín y San Crispiniano, lo que simbólicamente representaría la intención, de ponerse al servicio del arquetipo constelizado en aquel momento y cuya fuerza les otorgaría la victoria (27). Así visto, la figura mítica del Cid, como si de un santo laico se tratara, encarnaría desde el punto de vista psicológico, la fuerza de un arquetipo mediador, capaz de soportar la tensión de los opuestos.

También durante siglos se invocó a Santiago Matamoros, al que por fortuna hace poco, con discreción, ya se le retiró finalmente de la Catedral de Santiago. Simbólicamente Santiago, representaba el impulso represor de las emociones y de la sombra, pero el Cid por el contrario, seria aquel que era capaz de contener y dar nombre a la emoción, de hacerse consciente de ellas, y por eso poder entonces responsabilizarse frente a estas. Si nuestro deseo es que la Historia no se detenga en su curso otros diez siglos, ahora estamos necesitados dar un paso más, también en esa dirección, para ser capaces individualmente de confrontar y contener en nosotros mismos y en el mundo en que vivimos, las emociones destructivas, así como también de volvernos conscientes de los aspectos oscuros de nuestra personalidad, que se mantienen inconscientes.

Quiero terminar con esta cita del Dr. Ramón López-Reyes, amigo de Marie-louise von Franz y del Dr. José Zavala, que me dijo en una ocasión que: “El tiempo de Santiago Matamoros con la espada en alto y los moros bajo los pies de su caballo, ha terminado. El perdón es necesario, como lo es pedir la reconciliación. Las cicatrices y heridas que las religiones han causado entre unos y otros es necesario que sean sanadas. Como sugirió la Dra. von Franz, debemos asumir la tarea del futuro, que es iniciar un movimiento de reconciliación, que pueda incluir el Eros, en el diálogo entre cristianos y musulmanes”.


NOTAS


1 Elogio y nostalgia de Sigüenza. Alfredo Juderías. Editorial, Cultura clásica y moderna. Madrid. 1958

2 La España invertebrada. José Ortega y Gasset. Alianza Editorial S.A

3 El Romancero del Cid. Biblioteca de bolsillo. Valladolid 1954

4 Símbolos de transformación. Carl Gustav Jung, 1982, Ed. Paidos.

5 El Cid, personaje mozárabe. J. Camón Aznar, Revista de Estudios Políticos, 17 (1947)

6 Los Reinos de Taifas: un siglo de oro en la cultura hispanomusulmana Real academia de la Historia. Fundación Ramón Areces 1997, Pág. 89.

7 Tesoro de la Lengua Castellana o Española. Sebastián de Covarrubias. Edición de Martín de Riquer. Ed. Alta Fulla. Barcelona, 2003

8 El conde mozárabe Sisnando Davidiz y al política de Alfonso VI con los Taifas. Menéndez Pidal. Al-Andalus,1947, vol 20, pág 28-41.

9 El siglo XI en primera persona, las memorias de Abd Allah, último rey Ziri de Granada, destronado por los Almoravides (1090). Alianza Editorial. 1980

10 La España del Cid. Ramón Menedez Pidal. Espasa Calpe Argentina S.A., Buenos Aires, 1939.

11 El Cid pide parias al rey moro. Maximiano Trapero. El Romancero. Tradición y pervivencia a fines del s. XX. Fundación Machado y Universidad de Cádiz. 1989. Pág. 669

12 Historia de al-Andalus. Ibn Al-Kardabus. Ediciones Akal S.A., Madrid, 1986

13 Tesoro de la Lengua Castellana o Española. Sebastián de Covarrubias. Edición de Martín de Riquer. Ed. Alta Fulla. Barcelona, 2003

15 Psicología y alquimia. C.G.Jung. Plaza y Janes, S.A. Barcelona. 1977. Misterium Coniunctionis. Investigaciones sobre la separación y la unión de los opuestos anímicos en la alquimia. C.G.Jung con la colaboración de Marie-louise von Franz. Obra completa vol 14, Editorial Trotta, Madrid, 2002.

16 Al-Andalus en el siglo XI. Joaquín Vallvé Bermejo. En La España del Cid. Conmemoración del 900 aniversario de la muerte de Rodrigo Díaz de Vivar. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces, S.A. Madrid, 1999, Pág. 109

17 El collar de la paloma: Tratado sobre el amor y los amantes. Ibn Hazm de Córdoba. Alianza Editorial, Madrid, 1971

18 Los Documentos del Cid Campeador. Grupo de arte y bibliografía. Valencia 1992

19 Tarjuman al-Ashwaq ( The interpreter of Desires) Ibn Arabi, in The Quest for the Red Sulphur: The life of Ibn Arabi.Cambridge: Islamic Texts Society, p 211, 1993

20 Las hijas de El Cid. Eduardo Marquina, Ed. Reus 1935. Madrid

21 El Jardín Amurallado de la Verdad. Hakim Sanai. Colección Generalife, Technipress S.A. Madrid, 1985

22 El Islam en Occidente. Córdoba, capital del pensamiento unitario. Roger Garaudy. Editorial Breogan , Madrid 1987, Pág. 121

23 El filósofo Autodidacto. Ibn Tufayl. Traducción de Ángel González Palencia. Editorial Trotta, Madrid, 1995.

http://www.filosofia.org/cla/isl/hayy.htm

24 C.G.Jung´s Rehabilitation der Gefühlsfunktion in unserer Zivilistion. Marie-Louise von Franz, en Contributions to Jungian Psychology. Ed. José Zavala, Rafael Monzó, G. Rusca, 1991, V. Orenga, Valencia

http://4psicologia-cgjung-mlvfr.blogspot.com/

25 Leyenda del grial, desde una perspectiva psicológica. Emma Jung, Marie-Louise von Franz. Ed. Kairós, 1999, Barcelona

26 El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia. Antonio Beltrán. Instituto Diocesano Valentino “Roque Chabas”. Octavio y Félez, S.A. Zaragoza, 1960.

http://www.catedraldevalencia.es/el-santo-caliz.php

27 William Shakespeare´s von Henry V. Versuch zu einem psychologischen Kommentar. José Zavala, 2003 (Unpubliziert)

http://psicologia-cgjung-mlvfr.blogspot.com/2007_03_01_archive.html

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